Las viejas ridículas, el sapo y la malagradecida ¡POR DIOS!

Las viejas ridículas feministas que hicieron un escándalo de la nada, esas somos nosotras.
El sapo que murió aplastado, ese es Gerardo.
La vieja malagradecida, esa es la muchacha que fue grabada en la Avenida.
El depravado de la camisa de rayas: el empleado público al que su mamá defendió.

Esos son los personajes de ésta historia, para muchísimas personas en éste país. ¡OBVIO PARA OTROS MILES NO!
El depravado de la camisa de rayas ya pasó de moda. Ya de él no se habla. Lo último que se supo fue que su mamá dijo que él había sido tentado por el diablo. ¡Ok, resuelto el misterio entonces!

He leído y escuchado tantos comentarios negativos, despectivos, idiotas y machistas de esta situación que siento que el cerebro, los nervios y el hígado me van a explotar.

¿Viejas ridículas? Cómo alguien puede tachar de ridiculez el defender que NO queremos que los extraños nos metan la mano en nuestro cuerpo; que no queremos comentarios vulgares susurrados a nuestro oído o gritados en plena calle. Si eso es ser ridícula, SOY LA MÁS RIDÍCULA DE TODAS.

¿El sapo que murió aplastado? Pobre Gerardo, cuántas personas en las calles diciendo que se lo merecía por andar jugando de héroe, que los tiempos no están para defender a nadie, que se lo merecía por bocón.

¿QUÉ CLASE DE SER HUMANO HAY QUE SER PARA HABLAR ASÍ? ¿Y saben qué es lo peor? Que eso es justo lo que se escucha en cada esquina. Pero miles lo seguimos apoyando, seguras de que personas como él son las que se necesitan para hacer el cambio. ¡Despertá Gerardo, despertá por favor!

¿La malagradecida que no habló? Se han detenido a pensar que esa pobre muchacha fue víctima -dos veces-. La primera, cuando la grabaron y la segunda, con toda la cantidad de gente que le ha dicho cobarde. ¿Es cobarde temer por su vida? Luego de que a Gerardo le clavan una puñalada que lo tiene entre la vida y la muerte, es obvio que ella sienta temor. ¿Quién no lo tendría?

El depravado no era un viejillo cochino de la calle, era una persona con trabajo y familia. ¡Y AHÍ ESTÁ EL ASUNTO! Los depravados, los enfermos, los que amenazan nuestra paz son hombres comunes y corrientes que han sido criados de la manera equivocada y que no se creen una amenaza para nadie.

Las redes sociales están llenas de mensajes de apoyo, pero las calles siguen estando tan jodidas como siempre.

No dejemos que el tema muera. No dejemos que nuestra lucha -y la de Gerardo- sea efímera. Defendamos, no bajemos la cabeza, sigamos denunciando, hay que seguir siendo ridículas hasta el final. Hasta que un verdadero cambio en nuestra sociedad diga que las viejas ridículas de alguna época, fueron las que sembraron las bases de una sociedad donde nuestras hijas y nietas puedan caminar tranquilas.