Desamor

Desamor

Toparse con el desamor es horrible, es doloroso, pero es real. Pocas personas en la vida pueden presumir de haber encontrado el tan ansiado amor, sin antes haber sufrido por el equivocado y mucho más difícil, sostenerlo hasta el día que exhalamos.

Tarde o temprano, volvemos a ver a los ojos a la persona que solíamos amar y ya no. También podría suceder que nos topamos con los ojos de la persona que amamos y él ya no a nosotras.

¿Cómo se sobrevive?  Aceptando que el desamor existe y que no ocurre de la noche a la mañana. Uno no deja de amar a alguien de un día para otro (a menos que sea por algo muy grave).

Por lo general el desamor empieza a rondar cuando nos encuentra cansadas de la rutina, sin emoción, sin deseo, sin un fuerte lazo que una a una pareja que comparte el día a día.

Muchas personas creen que por tener pareja, esa persona está amarrada con un grillete de por vida a ella. No se les ocurre que esa relación debe ser alimentada. No imaginan ni por un segundo que las cosas puedan cambiar.

Pasan los días, los años, y lo que alguna vez los unió, no es más que un recuerdo en sepia que incomoda, que duele al vivir el cambio.

Salir del letargo, no es fácil, muchas veces nos acostumbramos a vivir en la indiferencia, o en la hermandad que se creó ante la falta de pasión y comunicación.

Así pueden pasar años, escudados en los hijos en común, en la casa que comparten, en el bienestar que la estabilidad genera.

Hasta que un día, algo o alguien, mueve las vibras que creíamos perdidas y el desamor no se conforma con rondar, ¡ataca! y nos salva de una vida a medias, no sin antes hacernos atravesar por ese mar de lágrimas que genera el decir adiós.


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