Con la vista en la Bahía

Con la vista en la Bahía

Lo que más amo de vivir en Costa Rica es poder disfrutar de sus bellezas naturales, pero muchas veces sentados en el escritorio de la oficina, nos parecen tan lejanas.

La semana pasada tomé un vuelo de Nature Air de Pavas a Liberia que tan solo tardó ¡35 minutos! Así fue como rápidamente me trasladé al paraíso y cambié la ropa de oficina por el traje de baño.

Mi objetivo era llegar a Vista Bahía Beach Resort, un hotel localizado en el Golfo de Papagayo, a tan solo 15 minutos en carro del Aeropuerto Internacional Daniel Oduber de Liberia.

Vista Bahía me encanta, por que está ubicado en un sitio privilegiado, que como su nombre lo indica nos da una vista hermosa de Bahía Culebra.

El hotel lo componen 33 habitaciones, 2 casas, restaurante y piscina.

Cuando digo habitación me quedo corta, es casi como un apartamento. ¡Y qué lindo apartamento!

Cada una cuenta con todo lo necesario para cocinar, así como comedor, sillón, una amplia cama, un baño grande ¡¡¡Y ESE HERMOSO BALCÓN!!!

Desde ese balcón, podemos ver gran cantidad de aves, monos aulladores, mariposas y vistas espectaculares.

El atardecer se puede observar desde varios puntos cercanos al hotel ¡Y QUÉ ATARDECER!

Mientras el sol se escondía no podía dejar de observar los cambios de color que se iban dando en el cielo.

Era como estar frente a una pintura gigante, como vivir dentro de ella.

Por la noche, desde el balcón de la habitación, vigilé esa hermosa luna llena y me dormí feliz por todo lo vivido. No sin antes cantar: Luuuuna tú que lo ves….

A la mañana siguiente, me preparé para un día de mucho sol. Por dicha andaba todos los productos de Hawaiian Tropic: Bloqueador, bronceador y lipstick, sabía que se venía una mañana en el mar y que necesitaba estar súper protegida.

El Hotel nos preparó un tour en su lancha y nos fuimos a recorrer varias playas de Bahía Culebra, al norte de la Península de Papagayo.

Esta zona fue declarada de Interés Arqueológico Nacional en 1994 ya que posee diversos sitios que demuestran el asentamiento de poblaciones precolombinas 500 años antes de Cristo.

Lo primero que observamos fue ¡la cabeza de mono! Santo Cristo ¿pero cómo es posible? es como estar viendo un gorila sumergido. Yo juro que el día del juicio final, ese gorila va a emerger.

La cabeza de mono es un pináculo de roca volcánica erosionada.

Luego nos fuimos a Playa Huevo, su nombre se debe a que las tortugas llegan a desovar a esa hermosa playa de arena blanca, de origen volcánico.

Cerca de la playa podemos encontrar dos cavernas a las cuales se pueden accesar cuando la marea lo permite.

El sonido del mar al entrar y chocar con la roca y la luz que se asoma, lo hacen sin dudas un lugar misterioso y mágico.

La siguiente playa a la que llegamos fue a Nacascolo, que es un paraíso de conchas molidas, aguas azuladas, aves y monos cariblancos que se observan en el sendero. Esta playa es un verdadero tesoro, un sitio imperdible.

A sus orillas, varias especies de aves marinas como el pelícano pardo, la fragata y los charranes  llegan atraídos por los cardúmenes de peces que andan cerca de la playa.

La siguiente experiencia del tour me pondría a temblar de emoción: ¡Snorkeling!

En la zona se encuentran comunidades de corales, arrecifes rocosos y manglares que sirven de hogar para diversidad de vida marina, así que es perfecta para practicar buceo y snorkeling.

Nunca lo había hecho, creo que ni en una piscina, pero jamás iba a perder la oportunidad de hacerlo en un lugar tan increíble como este.

Además, me sentía muy segura si lo hacía junto a Luis, el guía del tour, un guanacasteco de sepa que se conoce esas playas como la palma de la mano.

Me puse el equipo y me lancé al agua, de pronto era toda una sirena ¡YA QUISIERA! jajajaja bueno en fin, no me hundí, y lo hice mucho mejor de lo que creí.

Pude observar muchos peces de colores, estrellas de mar y nadar hasta la siguiente playa (no se crean que hice un aguas abiertas) estaba cerca, pero para mi que nunca lo había hecho fue todo un logro.

Al quitarme las patas de rana y el snorkel, me lancé a disfrutar de las pacíficas, cálidas y transparentes aguas de la playa Monte del Barco.

Ahí flotando, con la adrenalina a mil, recordé el atardecer y la luna del día anterior, pensé en las cavernas, la arena blanca, los peces de colores y el inmenso mar en el que estaba. No podía sentirme más satisfecha y en sintonía con la naturaleza, esa que tanto amo.

Con las pilas recagadas, volví a San José por Nature Air, y ya estoy pensando en la nueva aventura con ellos. Disfrutar de las mil posibilidades que nuestro país ofrece, es algo que realmente como costarricense me llena de orgullo.

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Acá una galería con muchas otras hermosas fotos que tomamos de este inolvidable destino y hotel.

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