El molde en el que vivimos.

El molde en el que vivimos.

Desde pequeñitas nos damos cuenta que las personas venimos en distintos moldes, físicamente hablando. Ese darse cuenta, inicia en la escuela, cuando hacían la fila en orden de tamaño y nos tocaba ser de las primeras, o de las últimas.

En esa época no habían tomado medidas para combatir el bullying, así que todas fuimos víctimas de él. A mi me molestaban por flaca ¡FIJATE VOS!

Pero el bullying no se reducía solo a la escuela. En las familias a los niños muchas veces nos trataban (y tratan en la actualidad)  como si fuéramos sordos y opinan de nuestros cuerpos a su antojo. Que sí muy flaca y no va a crecer o que si muy gorda y no hay que dejarla comer dulces. Tías, abuelas y demás familiares, opinando sin consideración alguna a que todo lo estamos escuchando y asumiendo.

La llegada a la adolescencia nos termina de fulminar. ¡Qué va a saber uno cuando va a desarrollar! y entonces aparecen las chicas que ya tienen curvas y otras que no. Unas que ya se ven muchachitas y otras que siguen siendo unas niñas. ¡Qué desesperación! ya uno quiere tetas y su primer beso. En el camino nos podemos llenar de inseguridades por el físico.

Y ahí vamos creciendo, nos damos cuenta que a algunas les tocó tener teresas y no trasero. O trasero y no teresas, o ninguna de las anteriores, o todo el combo. Cada una luchado por mantenerse dentro del rango de lo mejor posible con el molde que nos tocó tener ¡QUÉ CANSADO!

Luego nos dimos cuenta, que no necesariamente teníamos que estar tan conformes con nuestro molde, ya que existen los implantes, las liposucciones y todo aquello que puede ir cambiando nuestro cuerpo. ¡¡LA DIETA Y EL EJERCICIO!!

Y ahí cada cual, según su posibilidad económica y lo mucho o no que esté conforme con su cuerpo, va haciendo lo que esté a su alcance para estar mejor.

Las que somos madres, sabemos que el embarazo nos causa una distorsión completa de nuestro cuerpo. ¡todo cambia! es como si nos pasara un tornado por el cuerpo y cambiara absolutamente todo de lugar.

Luego de pasado el tornado y con el niño en brazos, nos vemos en el espejo y tomamos decisiones.

¿Cómo queremos ser? esa misma pregunta nos la podemos hacer cada día, así el niño ya tenga 20 años. Si vamos a ser felices con el molde que tenemos ¡entonces seámoslo verdaderamente y  si no ¡¡A TOMAR MEDIDAS PERO COMO PARA AYER!!

La verdadera belleza está en la seguridad que proyectamos  y eso solo lo logramos cuando nos sentimos felices con nosotras mismas. ¿Vamos a luchar contra la corriente o vamos a ser sinceras con nosotras mismas?

Seamos sinceras, hagamos las pases y vivamos felices en el molde que decidamos tener.

 


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