¡Las elecciones de mi infancia!

¡Las elecciones de mi infancia!

Tengo muy claro en mi mente ver el Paseo Colón repleto de gente. De familias enteras bailando y ondeando la bandera de su partido político en la gran Plaza Pública que se hacía días antes de las Elecciones Presidenciales.  Ahí estaba yo, viviendo esa gran fiesta en los hombros de mi papá. Todo era gozo, abrazos, felicidad…

Algo tan distinto a la incertidumbre, la indiferencia o el odio que venimos experimentando en las últimas elecciones.

Quisiera recordar esos días, así como la importancia de las elecciones por que tal vez ayude para que no perdamos la esperanza y entre todos sigamos defendiendo la democracia de la que tanto alardeamos ante el mundo, y con la que muchas naciones, sumidas en regímenes extremistas, sueñan.

No me voy a referir a un partido político específico, ni a sugerir que voten por uno u otro candidato, eso le toca a cada quien decidirlo.

Lo que quiero es que pensemos en aquella fiesta electoral, que muchas hemos de haber vivido en nuestra infancia. Había una energía y un entusiasmo, casi que eufórico, en todas las familias. Era una celebración abierta en todas las provincias, en los barrios y en todas las casas.

La gente se tiraba a la calle con sus banderas. Todo el mundo se ponía su camiseta y andaban jalando sus afiches y sus banderines. No se sentía  temor de ser juzgado por exponer públicamente cuál era el partido de su preferencia, y eso que antes todo era cara a cara ahí en el parque y en la esquina, no por redes sociales con gente que ni conocemos. Obviamente existían diferencias, pero se manejaban distinto.

Lo bonito de esa experiencia y el aprendizaje que quiero rescatar es que en realidad en política, antes no importaba si éramos de los mismos o no, el asunto es que todos defendíamos lo mismo: LA LIBERTAD DE ELEGIR y EL DERECHO DEL OTRO A ELEGIR A QUIEN MEJOR LE PARECIERA.

La gran mayoría honraba el derecho sagrado al voto que le ha costado sangre a tanta gente y que muchos nunca ni han podido ejercer. El compromiso de todos era con nuestra democracia y con el privilegio de poder ejercer ese derecho.

El voto no solo es un derecho, sino también una obligación cívica que se tiene con la patria que nos ha visto nacer. 

Yo se que las cosas ahora son muy distintas y que la credibilidad en los políticos, en los partidos y en el sistema están muy cansados y muy gastados, por sobradas razones, ¿CÓMO NO?

Sin embargo, en estos momentos es cuando más nos NECESITA el país, ni siquiera nuestro partido o nuestro candidato de predilección, es el país el que está en juego.

La que nos ocupa es Costa Rica. La que nos necesita es la democracia que se vuelve frágil cada vez que un costarricense dice, no voy a votar porque no me gusta ningún candidato.

Decir que no voto porque no hay santo en que persignarse es decir que como las opciones de siempre ya no me convencen y me da tanta pereza leer, pensar y escoger, entonces mejor ni salgo a votar.

¡NO, ASÍ NO ES! ¡ASÍ NOS JODEMOS TODOS! Así no se le paga a la patria que nos ha permitido aprender a escribir y a leer,  la que nos ha dado atención médica,  en la que hemos podido disfrutar de nuestros bosques y montañas libremente. ¡Sin guerras ni restricciones! Sin un militar vigilando nuestro paso.

Vean si estamos acostumbrados a vivir lejos de eso, que cuando salgo del país y mi hija ve un militar ¡IMAGINA QUE NOS VAN A MATAR!  Hasta uno se impresiona de verlos. Acá nunca hemos visto algo así.

Así no se le devuelve el favor al país donde por tanto tiempo hemos vivido seguros y como en una burbuja, lejos de las atrocidades de dimensiones impensables que pasan en otros lugares del mundo. Porque creanme, que aunque aquí están pasando cosas terribles, hay hermanos latinoamericanos que desearían que sus países fueran como el nuestro.

No votar sería como ignorar a la madre que nos ha dado todo lo que hemos necesitado para desarrollarnos como personas y volver la cara para otro lado, porque “estoy desilusionado”.

Piénselo. ¿Cuándo es que uno necesita más a su familia y a sus amigos? Cuando está más mal y más caído, ¿verdad?. Pues con nuestro país pasa lo mismo.

Vamos a votar, no por el menos malo, sino por el que más nos convenza a partir de estudiar y de informarnos bien sobre los diferentes planes de gobierno y sobre las personas que conformarán los gabinetes de cada candidato!!!!

Ante el panorama que enfrentamos hoy, solo ronda en mi mente lo siguiente: ¡SEÑORES INDECISOS, SEÑORES ABSTENCIONISTAS, NUESTRO PAÍS ESTÁ EN SUS MANOS!

Nuestro bello país, en el que antes vivíamos una fiesta y ahora un divorcio, nos necesita ¡NO SEAMOS INDIFERENTES!


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