¿Qué carajos le pasó a mi cuerpo luego del parto?

¿Qué carajos le pasó a mi cuerpo luego del parto?

Si, lo sé, lo experimenté en carne propia. Sé lo que es pasar de ser la mujer repleta de vida con una panza que todo el mundo quiere tocar y besar, cuando estás embarazada, a la chica con sueño y un abdomen hinchado que ya nadie quiere ver  tras el parto. Peor aún, cuando lo ven, lo que te mandan es a fajarte INMEDIATAMENTE.

Para terminar de hacerla, nos volvemos a ver las teresas y son como de otra persona. Están grandes, cargadas de leche y los pezones muy oscuros. Si seguimos bajando, nos encontramos con una panza rara, que está dividida por un linea negra que nos salió en el embarazo y no tiene pinta de desaparecer pronto. Bajamos más y nos encontramos con aquella amiguita, la causante del embarazo, y resulta ser que se comporta distinta. ¡Más si el parto fue vaginal!

Sí, lo sé, estamos absolutamente agradecidas con la vida, por tener un bebé con nosotras, pero  ¿Qué carajos le pasó a nuestro cuerpo y cuando vamos a volver a sentirnos como nosotras mismas?

De embarazada visitaba una página divina que se llama Baby Center. En ella encontré  esta información que sin duda será muy valiosa para las que en este momento están pasando por este momento y para las que a futuro estarán ahí. Ojo que no me excluyo ooops.

Leamos con atención:

¿Cómo cambia mi útero después del parto?

Pocos minutos después del nacimiento de tu bebé, las contracciones en el útero hacen que empiece a reducirse, cerrándose como un puño. Las fibras que lo componen se contraen y aprietan de la misma forma que lo hicieron durante el parto. Estas contracciones hacen que la placenta se separe de la pared del útero.

Después de que la placenta se expulsa, el útero se contrae más, cerrando los vasos sanguíneos abiertos en el área donde la placenta estaba unida al útero. Podrías sentir unos calambres que se conocen como entuertos o dolores de posparto.

Durante el primer par de días después del parto, puedes sentir la parte de arriba de tu útero todavía uno o dos dedos por debajo de tu ombligo. En una semana, tu útero pesará cerca de medio kilo (una libra), que es la mitad de lo que pesaba en el momento del parto.

Después de dos semanas se habrá reducido a unos 312 gramos (11 onzas) y estará completamente localizado dentro de tu pelvis. Unas cuatro semanas más tarde, debería estar cerca de su peso previo al embarazo, unos 100 gramos (3.5 onzas) o menos. Este proceso se conoce como la involución del útero.

¿Cuánto peso bajaré después de dar a luz a mi bebé?

Bajarás unos 5 1/2 kilos (12 libras): 3 a 3 1/2 kilos (7 a 8 libras) que pesa el bebé, otro 1/2 a 1 kilo (1 o 2 libras) de la placenta, y otro kilo (unas 2 libras) aproximadamente de sangre y líquido amniótico.

Necesitarás tiempo para volver a tu peso y forma de antes del embarazo, pero irás perdiendo peso poco a poco porque tendrás que eliminar todo el líquido extra que las células retuvieron durante el embarazo, junto con el líquido proveniente del exceso de sangre que tenías en tu cuerpo.

Debido a esto producirás más orina de lo normal durante los días posteriores al nacimiento, y es posible que notes que transpiras mucho, aún mientras duermes. Al terminar la primera semana, habrás bajado unos 2 o 3 kilos (4 a 6 libras aproximadamente) de peso en líquido. (La cantidad varía según la cantidad de líquido que hayas retenido durante el embarazo).

Amamantar, llevar una dieta saludable y hacer ejercicio cuando tu cuerpo esté preparado te pueden ayudar a bajar de peso gradualmente.

¿Por qué aún parece que estoy embarazada?

Aunque tu útero se haya reducido a su tamaño previo al embarazo, puedes continuar viéndote como embarazada durante varias semanas o más. Esto se debe a que tus músculos abdominales se estiran durante el embarazo, y toma tiempo, y ejercicio regular, el que tu pancita regrese a su forma previa. (Y ten en cuenta que muchas mujeres jamás perderán por completo esa «barriguita» que queda después del embarazo).

¿Por qué no me doy cuenta cuándo necesito orinar?

El parto puede afectar a tu vejiga, causando temporalmente un poco de hinchazón y pérdida de la sensibilidad. Es posible que sientas como si no tuvieras ganas de orinar demasiado durante el primer día después del parto, en especial si has tenido un trabajo de parto prolongado, un parto vaginal asistido con fórceps o ventosa, o una anestesia epidural. También es más probable que esto ocurra si te pusieron un catéter durante el parto para drenar tu vejiga.

Sin embargo, debido a todo el líquido extra que están procesando tus riñones, tu vejiga se llena muy pronto y por ello es importante que orines con frecuencia aun cuando no sientas urgencia.

Si se acumula demasiada orina en tu vejiga, es posible que te sea difícil llegar al baño sin que se te escapen gotitas. Pero lo más importante es que tu vejiga podría distenderse en exceso. Esto puede causar problemas urinarios y también hace más difícil la contracción del útero, lo cual produce más dolores de posparto y sangrado.

Si no puedes orinar durante algunas horas después del parto, te colocarán un catéter en la vejiga para drenar la orina. (Si el parto fue por cesárea, te colocarán un catéter urinario para la cirugía y te lo dejarán por algunas horas).

Avísale a la enfermera si tienes dificultad para orinar o si orinas solamente una cantidad pequeña. Si tu vejiga se llena demasiado puede incluso llegar a impedirte orinar.

¿Volverán alguna vez a la normalidad mi vagina y perineo?

Una vez que des a luz, tu vagina probablemente quedará un poco más amplia que antes del primer embarazo.

Inmediatamente después del parto, la vagina queda distendida y puede estar inflamada y con moretones. Durante los días siguientes, la inflamación comienza a disminuir y la vagina comienza a recuperar el tono muscular. Durante las siguientes semanas, gradualmente se volverá más pequeña. Hacer los ejercicios Kegel de forma regular ayuda a restaurar el tono muscular.

Si tuviste una episiotomía o un desgarro, el perineo necesita tiempo para recuperarse, de modo que es una buena idea esperar hasta después del control posparto de las seis semanas para volver a tener relaciones sexuales.

En todo caso, si sientes que la relación es dolorosa, espera un poco más hasta que sientas que estás lista. Y recuerda que puedes quedar embarazada aun cuando estés amamantando, así que consulta tus opciones para el control de la natalidad.

Cuando te sientas lista (tanto física como emocionalmente) y comiences a tener relaciones sexuales otra vez, probablemente notes que tienes menos lubricación vaginal que cuando estabas embarazada, debido a los menores niveles de estrógeno.

Esta sequedad será incluso más pronunciada si estás amamantando, porque la lactancia tiende a mantener bajos los niveles de estrógeno. El uso de un lubricante (en general los encontrarás cerca de los preservativos o los tampones y toallas higiénicas en las farmacias) ayuda a reducir la incomodidad.

Asegúrate de utilizar un lubricante a base de agua. Esto es particularmente importante si estás usando un método anticonceptivo de látex, ya que los lubricantes a base de aceite pueden debilitar el látex y hacer que se rompa el condón.

¿Por qué sangro?

Es normal tener un flujo vaginal, conocido como loquios, durante un mes o dos después de haber dado a luz. Este flujo está compuesto de sangre y de restos del tejido que recubre el útero.

Durante los primeros días después de dar a luz, los loquios tienen una buena cantidad de sangre y por eso el flujo se ve muy rojo, como si fuera un periodo menstrual pesado. Probablemente tendrás menos flujo cada día, y para los dos a cuatro días después de haber dado a luz, los loquios se verán más acuosos y de color rosado.

Unos diez días después del parto, sólo tendrás una pequeña cantidad de flujo blanco o amarillento que irá disminuyendo a lo largo de las dos o cuatro semanas siguientes. Algunas mujeres pueden continuar teniendo loquios intermitentes durante unas pocas semanas más.

¿Qué debo esperar si estoy dando el pecho?

Si las primeras sesiones de lactancia te causan algunos calambres abdominales es porque la oxitocina también dispara las contracciones uterinas.

Cuando tu leche sube, generalmente unos días después del parto, tus pechos pueden ponerse inflamados, duros y dolorosos e incómodamente llenos. Esto mejora generalmente en un día o dos.

Lo mejor que puedes hacer para aliviar este incómodo es amamantar a menudo a tu bebé. (Y si lo haces desde el principio, eso muchas veces es suficiente para prevenir que se te inflamen y duelan los senos).

¿Afectará la lactancia al aspecto de mis senos?  ¿Qué pasará si no estoy dando el pecho?

Si no estás dando el pecho producirás leche de todas formas y unos pocos días después del parto tus pechos pueden inflamarse. Esto puede causarte molestias considerables que duren varios días. El dolor tiende a ser peor entre tres y cinco días después de haber dado a luz, y pueden pasar varias semanas hasta que tu leche desaparezca completamente.

Mientras tanto, lleva un brasier que te sujete bien a todas horas y ponte paquetes de hielo o fríos en el pecho, para ayudar con la inflamación y ayudar a inhibir la producción de leche. Asegúrate de cubrir los paquetes de hielo con una toallita para proteger tu piel.

También puedes tomar acetaminofén o ibuprofeno para aliviar el dolor. Y si la inflamación es demasiado molesta, extráete una cantidad mínima de leche para estar un poco más cómoda. Pero ten en cuenta que esto podría prolongar el proceso, ya que la estimulación de los pezones y el acto de vaciarte los senos envía señales a tu cuerpo para que se produzca más leche.

Tampoco te apliques compresas calientes a los pechos, ya que esto también podría estimular la producción de leche.

¿Por qué me siento triste?

Después del parto puedes sentirte desde eufórica y feliz, hasta exhausta y deprimida. El parto es un esfuerzo grande y necesitarás descanso y apoyo para recuperarte.

Es común sentirse un poco desanimada y tristona las primeras dos semanas después del parto, debido a los cambios hormonales y el cansancio. Si la tristeza no desaparece espontáneamente después de las primeras semanas o te parece que te estás sintiendo peor en lugar de mejor, llama a tu médico. Puedes estar sufriendo depresión posparto. ¡Busca ayuda psicológica!

¿Por qué estoy perdiendo el cabello?

Si tu cabello se volvió más grueso durante el embarazo, es posible que se te empiece a caer en mechones. Esto les sucede a algunas nuevas mamás alrededor de uno a cuatro meses después de tener a su bebé.

No te preocupes: no te quedarás calva. Así como los altos niveles de estrógeno durante el embarazo te hicieron perder menos cabello, la disminución de los niveles de estrógeno después del parto puede hacer que se te caiga más. No obstante, será reemplazado por cabello nuevo, y la caída se detendrá, de modo que tu cabello debería volver a la normalidad al cabo de un año.

El lado bueno de esto es que si sufriste de exceso de vello facial y corporal durante el embarazo (como consecuencia del aumento de las hormonas llamadas andrógenos), ese vello se caerá de tres a seis meses después de tener a tu bebé.

¿Qué le sucede a mi piel?

Los cambios hormonales, el estrés y la fatiga que trae la nueva maternidad pueden afectar a tu piel, así como al resto de tu cuerpo. Algunas mujeres que tenían una piel perfecta durante el embarazo tienen más imperfecciones en los meses posteriores al parto.

Por otro lado, si tuviste acné durante el embarazo, en particular si se presentó por primera vez o si empeoró, es posible que ahora comiences a ver algunas mejoras.

Si tienes cloasma (manchas oscuras en la piel de los labios, la nariz, las mejillas, o la frente), o una línea oscura vertical que va desde el ombligo hasta el hueso púbico, las manchas comenzarán a desaparecer en los meses posteriores a dar a luz y probablemente desaparezcan por completo, siempre y cuando protejas tu piel del sol.

Si te salieron estrías en el vientre, los pechos o las caderas, se volverán más claras poco a poco, aunque no desaparecerán completamente.

Así es chicas, a algunas nos pasan algunas de estas situaciones, a otras otras. Es parte de, con el tiempo algunas cosas volverán  a su lugar, otras no, hay que ser realistas. Por lo pronto, lo mejor que podemos hacer es alimentarnos sanamente, hacer ejercicio, buscar ayuda para poder dormir un poco y estar completamente seguras de que todo pasa y lo mejor ya lo tenemos con nosotras: NUESTRO BEBÉ. 

A mi las teresas me cambiaron del todo. Los pezones oscuros desaparecieron con los meses y las amigas quedaron de una talla que jamás creí posible en mi. Di lactancia dos años y eso me tuvo con el metabolismo acelerado. La lactancia nos sirvió a la gordis y a mi. Ella no se enfermaba y yo logré bajar los kilos bastante rápido.  Ni hablar de la gran conexión que tuvimos, dejé de darle porque me dio mastitis (pero esa es otra historia), si no ahí seguiría jajaja.

El embarazo y la llegada del bebé nos la romantizan demasiado, al punto de no decirnos lo que realmente nos va a suceder a nivel físico y mental y por eso todo nos toma por sorpresa y nos sentimos ¡SOBREPASADAS!

Es normal no saber que hacer, es normal querer abrir la puerta y salir corriendo montaña arriba. Tranquilas, todo va cambiando y lentamente nos vamos recuperando a todo nivel. El amor más grande de la vida cuesta eso, UN HURACÁN de emociones y cambios ¡QUÉ LO DIGA NUESTRO CUERPO!

 

 


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