Está bien no estar bien (un ratito…) por Ale Cordero.

Está bien no estar bien (un ratito…) por Ale Cordero.

Ale fue mi compañera de trabajo hace unos años, era imposible no verla. Bellísima por fuera y por dentro, con una luz que llenaba todos los lugares por donde se asomara.

Hace poco más de un año le diagnosticaron un extraño cáncer de pulmón y ella decidió ser una guerrera. En el camino aprendió tanto, fue como una esponja de conocimiento y todo esto lo dejó por escrito en su blog: Oremos con Ale.

«Queremos que a través de este blog, la gente la conozca, se inspire, ore con ella y que se llene de esa fe y alegría que Ale transmite, para poder afrontar cualquier situación por la que esté pasando» dice la entrada del blog que su hermana creó para dar fortaleza a los que estén pasando por situaciones difíciles y también a manera de catarsis para todos los que aman a Ale.

Hoy, ese conocimiento que Alejandra obtuvo de su enfermedad, se me hace indispensable compartirlo con ustedes. Ayer Ale partió de este mundo luego de una operación de corazón.

Escribo estas palabras con un gran dolor, imaginando la tristeza que sus papás, hermanos, amigos y su amado esposo Marco deben estar pasando. A ellos les envío un gran abrazo solidario, se lo maravillosos que fueron con ella siempre y el eterno amor que permanecerá en el corazón.

Comparto este texto de Ale, con ustedes mis amigas, porque estoy segura que el mensaje es muy poderoso y que Alejandra estaría feliz de saber que su conocimiento, llega a muchas guerreras que encontrarán inspiración en sus palabras

Ale, el cielo te recibe con los brazos abiertos.

Las dejo con Alejandra:

Hola! Yo soy Ale… la de las fotos, la de las historias, la que tiene la maravillosa bendición de tener a Mari como hermana… a Marco como mi esposo, a mi familia como mi familia, a mis amigos como mis amigos, a mis doctores como mis amigos y a Dios como mi fuerza.

Después de 33 años y 2 meses de vida, he aprendido tanto… pero en el último año he aprendido la mayor parte de lo que más importa, y eso es lo que hoy quiero compartir:

1. Control

Toda mi vida pensé que si hacía todo bien, de primera, tratando de ser de las mejores, planificando bien, con estructuras racionales, de manera eficiente… iba a poder controlarlo todo. Yo vivía (vivo, no es tan fácil cambiar tan rápido, pero por lo menos ya lo acepté jijijiji) siempre buscando tener el control de todo lo que me importaba: familia, amigos, todo lo académico, trabajo, relaciones interpersonales… creía que así siempre todo iba a estar bien, “si yo tenía el control y todo lo hacía bien, todo y todos iban a estar bien”.

Así viví, “arreglando” todo, “cuidando” a todos, “guiando” a todos… hasta que un día, la vida me presentó situaciones en las que yo, por más que me esforzaba, no tenía control… después de la frustración y el desgaste emocional y físico que esto significó, me di cuenta de que mi necesidad de control era en gran parte capricho (claro, yo siempre obtenía lo que quería) y por otro lado, insensatez.

El día que sentada en una iglesia, en media misa (esto fue antes de tener los resultados de la primera biopsia, hace más o menos 1 año), logré visualizarme muy muy pequeñita, en la mano de Dios, ahí lo entendí! Yo no mando nada, yo no controlo nada… aprendí que soy muy chiquitita, que Dios es quien tiene el control verdadero, que tenía que aprender a soltar, a confiar y a respirar más.

Ese día no pedí controlar o entender (quienes me conocen saben que yo soy el tipo de persona que todo lo quiere saber, entender y comprender), no pedí un resultado específico de la biopsia, ese día le pedí a Dios ACEPTACIÓN para no cuestionar nada y FUERZA para poder enfrentar lo que viniera. Fue mi primer momento de claridad… y DIOS me escuchó y me dio todo lo que le pedí.

Entonces, aprendí que necesitaba “aprender a soltar”.

2. Paciencia

Si hay algo que yo necesitaba aprender era a tener paciencia… en mi vida llena de control y estructuras perfectas, no había cabida para “esperar” o “perder el tiempo”. Mi personalidad caprichosa quería todo “ya”, cuando yo creía que era el momento correcto.

Es muy interesante, porque este entrenamiento emocional (es como ir al gym, pero del alma), hace que después de un tiempo uno pueda darse cuenta de que la impaciencia es el resultado de una adicción (a controlarlo todo), es una forma de ansiedad, es una especie de síndrome de abstinencia, que nos roba la paz.

Aprender a ser paciente significa aprender a vivir en paz, sabiendo que todo va a estar bien, porque Dios es Bueno… un día de estos escuché una frase que se me tatuó en el corazón: “Dios no es lento ni veloz, Dios es PERFECTO”.

Entonces, aprendí que necesitaba sentir PAZ.

3. Humildad

Este fue uno de los aprendizajes más duros, al menos hasta el día de hoy. Lograr reconocer que tenía un serio déficit de humildad fue muy difícil… habiendo leído los puntos 1 y 2, pues no es tan complicado entenderlo… Yo no tenía la humildad que necesitaba para aceptar que hay situaciones y momentos que me superan, yo no sabía decir: “no puedo”.

Y esto no fue por creerme mejor que nadie, realmente mi error estaba en creer que si yo me esforzaba más, iba a poder con todo, iba a poder ayudar a quien fuera y controlar lo que fuera. En algún momento de mi vida me hice una avenger y me creí el cuento…

Pero resulta que no es así. Que sí, me esfuerzo mucho y nunca voy a dejar de hacerlo, porque creo firmemente en que todos los días uno tiene que tratar de ser la mejor versión de sí mismo. Pero ser una persona humilde significa poder caerse y no tratar de ocultarlo, poder llorar sin ser débil, pedir ayuda cuando hace falta.

Ser humilde significa para mí, ser el tipo de persona que siempre le pedía a la gente que amo, que fuera… significa confiar, significa dejarse chinear de verdad, significa apoyarse en otras personas sin miedo. Pero sobre todo, significa poder hablar con Dios de rodillas y confesarle que no sé qué hacer, que necesito ayuda y pedirle que me abrace más fuerte; y entonces recibir esa fuerza que no es humana, sino que viene únicamente de Él.

Entonces, aprendí que necesitaba reconocer mis límites, dejar la soberbia a un lado.

4. Miedo

Desde que nos dieron la noticia del bichito, siempre dije que no sentí miedo, nada… y eso es cierto. A ver, no sentí miedo del diagnóstico (a pesar de ser un tipo de cáncer muy atípico en una persona como yo), no sentí miedo respecto a los tratamientos que venían, no sentí miedo a morirme. Por supuesto que no sentí miedo, recuerdan que le había pedido a Dios, aceptación y fuerza? Pues de verdad, Dios me concedió lo que le pedí.

Pero he aprendido que el miedo es más complejo y que es una de esas cáscaras de banano que de repente aparecen por ahí para hacernos caer, para hacernos dudar, y por eso, hay que bloquear inmediatamente los sentimientos feos como el miedo. ¿Sabían que en la Biblia aparece 365 veces la frase “no tengas miedo”? Yo no lo sabía, lo leí hace poco y me pareció impresionante… un “no tengas miedo” para cada día del año!!

Obviamente sí he tenido momentos en los que el miedo quiere entrar en mí… uno de los más recurrentes: pienso en Marco y en que quisiera tener mil años de vida para compartirlos con él, y me da miedo… pero entonces bloqueo! Busco comfort en las palabras de Dios “no tengas miedo”, y en lugar de sufrir, hablo con Dios y le pido tiempo para vivirlo juntos, y sobre todo, le pido que nos guíe para disfrutar cada segundo de nuestra historia de amor, nuestra historia de vida.

Entonces, aprendí que nunca hay que dudar de Él. “Háblale a la montaña de tu Dios, no le hables a Dios de tu montaña”.

5. Vivir

Para mí, la vida siempre ha sido un regalo de Dios, es algo que creo desde lo más profundo de mi corazón. Sin embargo, hoy sé que no apreciaba este regalo, como yo creía. Me he dado cuenta de dos detalles muy determinantes:

  1. Vivir en el futuro es desperdiciar el hoy. Mi nivel de intensidad siempre ha sido alto, recuerdo siempre estar ansiosa pensando en lo que iba a suceder más adelante. Recuerdo ser una pulga y desear ser “grande” para poder hacer “cosas de grandes”; recuerdo ser aún más chiquitilla y ver tele pensando que yo necesitaba hablar tan rápido como la gente de la tele… sí, loca desde pequeñita!! Y así me pasaba con todo, en la escuela pensaba en el cole, en la U me moría por trabajar… y comencé a trabajar… entonces comencé a vivir planificando en función de objetivos y eficiencia, decidí que podía sacrificarME porque en ese momento valía la pena… entonces era muy buena en mi trabajo, pero no tenía tiempo para nada (ni para respirar… que increíble, esa era una de mis frases más comunes… hay que tener cuidado con las palabras), siempre estaba cansada o enferma, pero yo creía que eso estaba bien y era feliz. Hoy, entiendo todo mucho mejor, y aunque no me arrepiento de lo que he vivido, si pudiera devolverme en el tiempo, lo haría todo muy distinto, disfrutando el día a día y organizando mejor mis prioridades.
  2. Consciencia. Vivir debería ser mucho más de lo que la mayoría creemos. Es una lástima que uno (al menos yo) tenga que pasar por situaciones complicadas para aprender a apreciar cada uno de los detalles de la vida. Ser consciente de la vida, hace que absolutamente todo sea mucho más lindo, que uno sienta la necesidad de agradecerle a Dios por todo, todo el día. Los colores vibran más, los rayos del sol brillan más, respirar profundo es delicioso, los momentos con la gente que uno ama, son tesoros y no hay que esperar a ver fotos varios años después para darse cuenta. Una experiencia de este tipo es una bendición porque nos regala la oportunidad de disfrutar verdaderamente de la vida, de la gente, del amor, de las lágrimas, de la risa, de las caídas y el chance de levantarse. Ser consiente hace que uno viva con agradecimiento.

Entonces, aprendí que existir no es lo mismo que subsistir. Aprendí a sentir más, a decir lo que siento sin contenerme. Aprendí a vivir con GRATITUD.

6. Decisiones

La vida no siempre es fácil, no siempre hay risas y sorpresas bonitas. Además, la vida no se trata de lo que uno quiere, sino de lo que uno necesita. Por eso hay que vivir situaciones difíciles, de nuevo, es como entrenar en el gym, hay ejercicios que no nos gustan porque son muy cansados o duelen, pero al pasar el tiempo, al ver los avances en nuestras capacidades y habilidades, nos ponemos felices. Así es la vida… uno no puede elegir “el ejercicio” que nos toca hacer, pero podemos decidir cómo ejecutarlo, cómo vivirlo.

Uno no puede decidir si quiere o no tener cáncer, pero uno decide cómo quiere vivir la vida. Uno no decide si una medicina o un tratamiento nos va a hacer sentir malitos un rato, pero uno decide cómo enfrentar a realidad. Uno no decide muchas cosas, pero tenemos el poder de decidir muchísimas y eso significa, decidir cómo vivir cada día.

No les voy a mentir, hay momentos duros, en los que uno, como humano, se cae… en que el cansancio y el dolor (físico o emocional) son fuertes… a veces hace falta llorar, dejar salir todo lo que duele y hacer un berrinche. Mi estrategia es ok, permitirlo, dejar que suceda un rato (antes, lo hacía solita, para que nadie me viera y no se preocuparan, pero como les contaba, estoy aprendiendo a ser mejor), cuando todo sale, respiro profundo, me levanto y vuelvo a sonreír. Y de verdad, es terapéutico… no me dejo caer en un hueco profundo, no me tengo lástima, no dudo de Dios, pero me permito sentir lo que siento, me desahogo y me vuelvo a levantar.

Entonces, aprendí que ser feliz, que vivir de verdad, que enfrentar cada día con una sonrisa, es una decisión que hace que todo mejore.

7. Dios

Todo, todo, todo… me ha llevado a Él. Me di cuenta que necesitaba estar mucho más cerca de Él, que necesitaba aprender a hablarle, a sentirlo, a escucharlo. Entendí lo que significa la paz de Dios, confiar en Él sin dudar, el poder sanador de la Fe, la inmensidad de su amor.

Cada uno ve la vida de acuerdo a sus experiencias, hace poco más de un mes, cuando estuve hospitalizada, tuve 2 momentos que para mí fueron muy fuertes, desde mi perspectiva era lo más “difícil” que había vivido hasta el momento. El primero fue una cuestión de superar vergüenza (extrema jajajaja) y poder lograr lo que necesitaban que hiciera, y al día siguiente viví el otro (que hizo que el primero me diera risa), este fue dolor muy intenso… en ambos, cuando sentí que yo ya no podía manejarlo sola, lo único que pude hacer fue repetirme a mí misma en mi cabeza “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” y así lo logré, sigo aquí sonriendo, gracias a Dios.

Entonces, aprendí que Dios es todo, aprendí que es cierto que Dios es bueno, que Su plan es perfecto… aprendí que cuando uno aprende a entregarle todo a Dios, ya no hay por qué preocuparse, aprendí a vivir y reconocer las maravillas de Dios en cada segundo.

Perdón, se me hizo muy largo, pero tenía que contarles todo eso para poder decirles que aprendí que no estar bien, está bien… que es humano. Pero está bien por un ratito, mantener una buena actitud ante todo, es fundamental, no tiene sentido pelear una batalla creyendo que uno va a perder… hay que mantener actitud de ganadores y así siempre vamos a poder ser guerreros de luz… de la luz que Dios nos regala

En mi pelea personal:

  • Mi estrategia: DIOS
  • Mi escudo: mi familia y mis amigos
  • Mis tácticas: orar, confiar, agradecer
  • Mi arma: mi sonrisa

Espero que mi/nuestra historia le ayude a alguien a mejorar un poquito su día. Y les agradezco muchísimo cada una de sus oraciones, mientras más seamos, más fuertes somos. Gracias!!! #oremosconale

Les comparto el link del blog por si desean leer otras entradas del blog.

https://oremosconale.home.blog/category/el-cancer-desde-los-ojos-de-ale/


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