Somos el fruto de la violencia con la que nos criaron

Somos el fruto de la violencia con la que nos criaron

¿Qué es lo que está pasando en nuestra sociedad? ¿Por qué la violencia es cada vez más latente? ¿Somos el fruto de una niñez en la que se normalizaban los golpes?

 

Le pedí a mi amiga la psicóloga Paula Barchelli, que nos hablara de violencia en la crianza. Muchas personas siguen creyendo que la disciplina con golpes es el camino a seguir, no los puedo entender de verdad que no.

Los dejo con Paula:

“¿De dónde sacamos la absurda idea, que para que un niño se porte bien, primero tenemos que hacerlo sentir mal?” Jane Nelsen.

Los tiempos cambian, y ahora entendemos que ser padres o madres no es solamente suplir las necesidades físicas de nuestros hijos (alimento, salud, techo, abrigo), ya que entendemos que somos seres integrales con necesidades emocionales, espirituales, de pertenencia, de reconocimiento, etc.

El desafío de ejercer una parentalidad apropiada que nutran todos esos aspectos se convierte en muchos padres y madres en uno de los temas que más estrés generan, especialmente porque se recibe información de muchas fuentes y lograr encontrar el equilibrio nos genera mucha angustia.

Los defensores del castigo físico no mienten al sostener que una nalgada, un chancletazo o un fajazo probablemente no matará a ningún niño, siempre y cuando sea para corregir alguna conducta inapropiada.  Sin embargo, en el resto de relaciones en las que se quisiera buscar un cambio o mejora de conducta en otra persona (relaciones laborales, de pareja, de amigos, con docentes) el uso de golpes o castigos físicos simplemente se queda sin argumentos, porque solo realizar el planteamiento raya en lo absurdo e inaceptable.

Día con día aprendemos constructos nuevos, y como madres y padres son nuestros hijos quienes precisamente nos recuerdan que no todo lo sabemos, que no siempre tenemos la razón porque soy el adulto y punto, que escucharlos y tratar de entender su punto de vista puede ser sumamente valioso tanto en la crianza como en la relación progenitor-hijo.  Y acá es donde radica el punto trascendental cuando hablamos de disciplinar a nuestros hijos.  Es necesario que los niños primeramente crezcan en un ambiente de amor, respeto, seguridad y comprensión, antes de poder disciplinar.  Si disciplinamos sin que existan estos ingredientes anteriores estaremos aplicando una disciplina negativa, donde no hay un vínculo sano y el padre o madre se acerca solamente para castigar (como era muy usual en generaciones anteriores), viendo solamente la conducta inapropiada del niño o niña, sin entender a la personita detrás de la conducta, y mucho menos pensar en alternativas al castigo.

Es en la familia de origen donde nos formamos y a través de la cual recibimos la información sobre la que creamos nuestro constructo personal de lo que son los roles, comportamientos, solución de conflictos, manejo de emociones, etc.  Cuando crecemos viendo el castigo físico como algo habitual y positivo, estamos cimentando una serie de creencias erróneas sumamente nocivas.

Además de normalizar la violencia, se reafirma que las relaciones siempre serán verticales, donde hay una figura de autoridad rigurosa, que aplica la disciplina severamente de acuerdo a su criterio personal, reafirmando su poder y que por otro lado está, por debajo, una persona que necesita esa rigurosidad.  El mensaje interiorizado es: “Porque me ama y me quiere corregir, me pega”.  Y tristemente vemos que este discurso lo llevamos a la adultez, muchas veces de forma inconsciente, pero ahí se encuentra.  Algunos pueden cambiar esta manera de pensar, otras personas no y lo reproducen sea como padres o como parejas.

Muchos de los hogares donde se implementa el castigo físico, producen niños temerosos, retraídos, irritables, apocados, con poca interacción social y locus de control interno. Mientras que las niñas tienden a ser pasivas y dependientes en la adolescencia, los niños se vuelven rebeldes y agresivos.

Es bien sabido que el estilo permisivo es el extremo opuesto al método de crianza autoritario, y es el que muchos consideran que está haciendo más daño a los niños de ahora, sin embargo, existen varios estilos de crianza que afortunadamente ahora podemos estudiar, para decidir como familia cuál podemos implementar que nos puede generar primeramente una relación más sana y afectiva con nuestros hijos e hijas y además nos brinde las herramientas para poder manejar los desafíos de conducta de ellos.  El estilo de Parentalidad democrática, la Disciplina Positiva, Crianza Creativa, Parentalidad Consciente, son algunos de ellos.

Recordemos que la lucha es por fomentar en el Otro, que merezco ser tratado con bondad y respeto, y que estoy dispuesto a hacer lo mismo con él, en cualquier tipo de relación en que nos encontremos y especialmente si ese Otro es indefenso.

La sociedad de hoy, es el resultado de la crianza violenta de ayer.

Licda. Paula Barcelli

Psicóloga énfasis Modificación de Conducta

Entrenadora Certificada para Padres y Maestros en Disciplina Positiva

 

Vamos a estar hablando con Paula de las formas de crianza que nos mencionó en este artículo. En definitiva, nuestra mayor responsabilidad como padres, es criar niños que vengan a cambiar la  sociedad violenta en la que vivimos.


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