Y volver, volver… ¡A la casa de los padres!

Y volver, volver… ¡A la casa de los padres!

De adolescente soñaba con el día en que agarraría maletas y me fuera vivir a un sitio donde no me dijeran: “Mientras viva acá, se siguen las reglas de este hogar”

Finalmente lo hice cuando  me casé y me tuve que adaptar a las reglas de otro hogar. Pero la obediencia nunca se me dio, y al final por múltiples razones me divorcié, ¡Y volví  a casa de mi madre! Ya mi papá se había ido a vivir al cielo.

¡Pero OJO! Porque ya no volví sola ¡tenía una niña de 2 años!

¿Cuántas historias así tenemos hoy en día? ¿Cuántas divorciadas y divorciados de vuelta a la casa paterna? ¡¡Y CON TODO Y BENDI!

Volver a la casa de los papás NO es fácil, no lo es.

Ya volvemos siendo otros.  Ya pasamos por el amor y el desamor. Ya la vida nos montó en una tagada y nos dio tantas vueltas que en algunas creímos no salir.

Al final salimos golpeadas, pero vivas y con ganas de seguir dando vueltas por el campo ferial.

El problema, es que en muchas de las casas de los papás el tiempo se detuvo y uno vuelve a encontrarse con ciertas cosas que ya NO le aplican. Además, muy probablemente van a querer meter mano en la educación de nuestros hijos. Ojo, que eso no ocurre en todos los casos, pero sí en la mayoría y ahí es donde uno se da cuenta que se salió de un problema para meterse en otro.

¡¡AY DIOS MIO POR QUE ESTA VIDA ES TAN DIFÍCIL!! Queremos gritarle a los cielos, pero no queda más que tragar grueso y darle gracias al universo por tener gente que nos apoya y una cama donde dormir.

Volver al nido, también tiene situaciones muy lindas como llegar y encontrar comida recién hecha, niño empijamado, a los hermanos que no se han ido, ni se irán o que también volvieron. Por momentos todo parecer ser como antes y se comparte mucho más tiempo con los que más nos aman.

Esta vuelta funciona muy bien para todas las partes, principalmente a nivel económico. Claro, porque ahora uno colabora con comida, pagando recibos y cosas así. Además como son varios salarios para una sola casa, hasta queda más dinero disponible para pasear o salir a comer rico todos los integrantes. A los abuelitos les gusta compartir con los chiquillos y fácilmente, si se logran acuerdos de crianza y respeto, pues es una etapa que se puede extender por años.

El respeto, ahí está la clave. Entender que todos somos otros y que las dinámicas deben cambiar, pero que nuestros padres siguen siendo la autoridad y que estamos en SU CASA.

Muchos estuvimos de vuelta por poco tiempo, únicamente el necesario para que las aguas se volvieran a acomodar. Yo terminé saliendo de nuevo, para vivir al fin aquel sueño de adolescente, un hogar con MIS reglas. ¡Pero de que es duro y caro es cierto! Eso no lo contemplaban mis fantasías adolescentes.

El nido que nos acogió de niños y también de grandes, es sin duda alguna algo que debemos valorar y agradecer, así como el amor de aquellos que nos siguen abriendo los brazos para darnos sopita caliente y palabras de amor en tiempos de tempestad.

¿El nido vacío? No que va, ahora casi todos los pollitos vienen de vuelta ¡Y con otros!


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