¡Ni una sola manchita!
Recuerdo que, cuando era chiquitilla, tenía un vestido que me encantaba y no me quería quitar nunca. Por supuesto, de tanto usarlo, tuve varios accidentes con él, manchas por acá y por allá, y mi mamá con cloro trataba de salvarlo, pero el cloro terminó dañándolo. ¡Adiós, vestidito, todav...