Barcelona es minifalda, fútbol, libertad y sangrÃa
Estoy en Barcelona cumpliendo un sueño, viendo con mis propios ojos la espectacular Catedral de La Sagrada Familia.
La encontré más hermosa, radiante y exótica de lo que imaginaba. Igual sucedió con el resto de esta gran ciudad. Acá las posibilidades de actividades por realizar son infinitas y hay para todos los gustos. Podés pasar el dÃa visitando las maravillas arquitectónicas de GaudÃ, ver al Barça jugar en su estadio, hasta podés pasar el dÃa topless en la playa de La Barceloneta.
Acá las mujeres andan vestidas o desvestidas según el clima se los permita, eso es lo único que las limita. Y acá estoy yo, en plena transición de verano a otoño, caminando por Las Ramblas, observando maravillada el ir y venir de cortos vestiditos, shorts que no tapan el trasero, minifaldas de infarto en mujeres realmente hermosas. Su belleza me llama la atención pero no tanto como notar que nadie las molesta, ninguno le dice un piropos de esos pasados de tono ni mucho menos las intenta tocar, casi que puedo decir que ni las ven. No se incomodan con tacones ni se suelen maquillar, es una ciudad-puerto con altas temperaturas, visitada por miles de turistas de todas partes del mundo y la diversidad se da en todo tipo de situaciones.
Yo con mi boca rosa, mis uñas perfectamente pintadas y mis curvas dejo claro que no soy de acá, pero nadie se extraña ni se detiene a preguntar de que paÃs vengo. Acá no hay tiempo para eso, acá se vive, se patina, se anda en bicicleta, se toman fotos, se viaja en el metro, se toma sangrÃa y se come paella.
Próximo destino: ParÃs.
Fuente: FotografÃa Xiong Wei / Shutterstock.com