¡ Llegaron nuestros hombres!

¡ Llegaron nuestros hombres!

Anoche no dormí, la emoción de saber que iba a poder ver de cerca a los muchachos que nos hicieron reír, llorar, soñar, aplaudir, sufrir, ¡VIVIR COMO NUNCA UN MUNDIAL!, no me dejaba conciliar el sueño.

Llegué a los alrededores del Juan Santamaría tipo 10 a.m, a sabiendas que La Sele venía un par de horas tarde. Todo eso no importó para las familias que se acomodaron frente al aeropuerto preparados con almuerzo, sillas y hasta colchones inflables. Todos sabíamos que nos esperaba un día largo, pero la ilusión era mayor.

Al llegar a Base 2, sitio en el cual nos citaron para recibir a los muchachos, la prensa ya había tomado posesión de los mejores sitios para fotografiar la llegada. Luego de varias horas, el avión llegó, se situó cerquísima de donde estábamos y poco a poco vimos descender uno a uno a esos hombres que nos dieron tanto, que nos dieron todo.

Con grandes sonrisas en sus rostros, uno a uno fue bajando. Yo esperaba enamorada a Celso. No solo yo, en cuanto lo vimos asomarse por la puerta del avión, el griterío dejó de ser el de los aficionados y se convirtió en un coro femenino que reclamaba una mirada, una sonrisa ¡LO QUE FUERA!

El acto protocolario tuvo sus buenos momentos como la representante infantil ver y escuchar a un Pinto conmovido, a un Bryan Ruiz feliz, al Presidente Luis Guillermo Solís agradecer por los goles anotados y los atrapados. Al final del acto, Keylor Navas se acercó a la prensa y ahí me sentí como la representante de todas mis Lolas, de todas ustedes chicas que ayer escribieron diciendo que él era uno de sus favoritos. ¿Y cómo no?, una sonrisa dulce, una voz calma, una presencia que enamora. Yo, le acaricié la mano, y él ni cuenta se dio, era tanto el acoso que tenía por los periodistas que ni lo notó. Rápidamente se fue y yo me sentí satisfecha de saber que había tocado la mano de San Keylor.

Luego, se abrió un espacio y pudimos estar cerca de la carroza. Ahí vi a Celso, mi desvelo. Le grite: CELSOOOOOO y volvió a ver. Se encontró con mis ojos en forma de corazón, se agachó, me dio la mano y me regaló una gran sonrisa: ME DI POR PAGADA.

La caravana avanzó y nuestros guapísimos se fueron a recibir el cariño de todo un pueblo agradecido. Horas y horas de amor, de un país que jamás olvidará su gesta heroica, esos son nuestros hombres, los héroes de Pinto y toda Costa Rica.

Acá les dejo una galería con los momentos que logramos captar.

Posdata: No me voy a lavar esta mano jamás.

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