Ya no te amo

“Ya no te amo” le dije a mi ex marido, con una convicción tal que no dejaba espacio para que él tratara de convencerme de que estaba equivocada.

Luego de tal bomba, acabé con el martirio de años que no me dejaba ser feliz.

Tenía mucho tiempo diciéndoselo con mis acciones desinteresadas hacia él, con mis críticas constantes a cada palabra o movimiento suyo, con mi cuerpo siempre huyendo del suyo.

¿Pero por qué no se lo decía con palabras?

A millones de personas en el mundo nos pasa, nos quedamos estancados en relaciones dañinas que no tienen salvación y solo nos generan frustración por temor a situaciones como:

– Posponer un gran enfrentamiento.

– Esperar a que él sea quien nos termine.

– Miedo a enfrentar la soledad y el cambio.

– Miedo al que dirán.

– Temor a sentir culpa.

– Esperanza de que el amor y el deseo reaparezcan por acto de magia.

Y es así como los días siguen su camino, llenos de cientos de desayunos, almuerzos y cenas donde los invitados principales son el desinterés, en algunas ocasiones y el conflicto, en el peor de todas. La infidelidad también tiene cabida en una relación de este estilo.

Cuando ya no amamos a alguien, se nos hace completamente imposible ser agradables, volver a sonreír y tener los gestos que en el pasado fueron el pan nuestro de la relación.

Ese recuerdo de los buenos tiempos nos ronda la cabeza, pero ya no el corazón y nos hace querer estirar la relación a más no poder, buscando lo que tenemos completamente sabido ya no vamos a encontrar.

¿QUÉ HACER?

– Ser valientes para enfrentar nuestros miedos e inseguridades.

– Dejar de esperar a que otro haga lo que nosotros debemos hacer.

– Tener la plena convicción de que estamos velando por nuestra futura felicidad.

– Dejar de mentir, dejar de aplazar, dejar de escudarnos en la lástima (hacia él y propia)

Esto puede ser muy difícil para muchas personas, en especial para aquellas que la culpa no las deja reaccionar. Pensar en enfrentar a alguien que alguna vez se amó y decirle “Ya no te amo” es doloroso pero la verdad nos libera.

¿Egoísta? Puede ser … pero ante todo estamos nosotros mismos.

Además, ¿No les parece injusto condenar a la otra persona a la infelicidad compartida?

Ya pasaron años de aquella bomba atómica, nadie se murió, en realidad ambos renacimos.