La historia del vibrador

La historia del vibrador

El vibrador es un amigo-asistente que compramos en los ‘Sex Shops’ sin ningún problema. Su historia es sin duda digna de ser contada ya que involucra una época de completa ignorancia de nuestra sexualidad.

Se le atribuye el invento al médico británico Joseph Mortimer Granville, el cual inventó el primer vibrador de baterías en la década de 1880 ¡nueve años antes del aspirador y diez años antes de la plancha eléctrica!

Se usaba en los consultorios médicos como una herramienta terapéutica para combatir lo que en la época victoriana se conocía como ¡HISTERIA FEMENINA! (también conocido como paroxismo histérico) ¿Qué es eso?

La histeria femenina, era deseo sexual reprimido, visto como una enfermedad que el médico debía solucionar manualmente a la paciente.

Es así como el médico acariciaba a la paciente hasta hacerla llegar al orgasmo ¿QUÉ TAL?

La histeria se diagnosticó frecuentemente en vírgenes, monjas, viudas y en ocasiones a mujeres casadas. La prescripción en la medicina medieval y renacentista eran: relaciones sexuales si estaba casada, el matrimonio si estaba soltera y el masaje del que les hablábamos.

El invento del Dr. Mortimer fue muy bien recibido (por supuesto), a tal punto que a finales del siglo XIX se ofrecían “tratamientos” con vibradores en los balnearios de lujo de Europa y Estados Unidos.

La compañía estadounidense Hamilton Beach lanzó en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial, convirtiéndolo en el sexto aparato doméstico en ser electrificado. Muchas compañías diseñaron sus propios modelos, las diversas versiones se anunciaban como máquinas de masaje antiestrés en revistas y catálogos de costura y modas.

La imagen del vibrador cambió en 1952 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima ¡ALELUYA!

Es así como deja de verse como un utensilio de terapia y empieza a verse como un objeto sexual. Los sacan de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares como Sears, donde se habían vendido por casi medio siglo.

Yo no me quiero imaginar la locura de las viejillas de la época reconociendo que por lo que habían estado pagando era por sesiones de masturbación.
Ven, volvemos a lo mismo, la masturbación es tan relajante que por muchos años se vio como una terapia. ¡Yo la sigo viendo igual!

En el 2011 sacaron una película (en internet la encontrás fácil) que se llama Hysteria, que cuenta esta historia en una comedia romántica.


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