Viena, más que una ciudad Imperial.
Había una vez un Imperio floresciente, la Austria de los Habsburgo. Los Habsburgo fueron una dinastía de monarcas que duraron siglos en el trono y fueron Reyes, Duques, Emperadores, Príncipes y cuanta cosa con corona, importancia, influencia, riqueza y poder se les ocurra de varios países Europeos.
Durante el tiempo en el que Viena fue la capital del Imperio Austro-húngaro también fue la capital del arte, la música, la política y la filosofía.
No es difícil imaginarse al Emperador Francisco José y su esposa la Emperatriz Elizabeth saliendo del Palacio Imperial de Hofburg en su carruaje a recorrer la hermosa ciudad ubicada en Europa Central a orillas del Danubio y de la que eran sus soberanos.
Así como lo hicieron ellos, lo podemos hacer ahora nosotros… Subirse a un carruaje tirado por caballos y conocer la ciudad Imperial es un gusto que miles de los turistas que vienen a esta bellísima ciudad se dan.
Pero si en el presupuesto, subirse a un carruaje no está contemplado, hay mil maneras más económicas de conocerla. Tranvías, buses turísticos, metro, taxis ¡mil formas de adentrarse por la que alguna vez fue una ciudad amurallada!
Las murallas de Viena fueron derribadas en 1857 abriéndose una nueva avenida, la Ringstraße, donde se construyeron importantes edificios, como la Ópera, la Universidad, el Ayuntamiento, el Parlamento, la Bolsa y los museos de historia del arte e historia natural. Cuando uno los ve, no se imagina que puedan ser Museos ¡Son como Castillos!
Todos esos sitios que acabo de mencionar ¡SON INFALTABLES! a la hora de conocer la ciudad, así como los Palacios de Schonbrunn, Hofburg y Belvedere, La Catedral de San Esteban, El Prater y pasear por los hermosos jardines de los Palacios en verano.
Impresionantes edificaciones nos dejan sin aliento a todos lo que pasamos frente a ellos. Visitarlos lleva su ratito, su caminadita y su dinero ¡pero son de cuento!
Así como de cuento, será para los que viajamos con niños llevarlos al Palacio de Schonbrunn y llevarlos al Museo Infantil, donde les explican toda la historia y las costumbres de los niños de la realeza. Incluye jugar con los juguetes que se tenían en esa época y vestirse con trajes y pelucas de la época (reproducciones) Mi hija fue muy feliz sintiéndose princesa en un Castillo ¡de verdad!
Luego se puede visitar el zoológico, que queda en el mismo Palacio y que es el más antiguo del mundo. Es tan lindo que ha sido nominado en cuatro ocasiones como el mejor de toda Europa. Los pandas son las estrellas del zoo y la ciudad los adora ya que varios han nacido acá.
En Viena todo está perfectamente planeado, todo es limpio, ordenado ¡bello! y no han dejado detalle sin pensar.
Tanto así, que hay que cuidarse mucho de una multa. Las multas más recurrentes para los peatones son por cruzar cuando el semáforo aún no está en verde o por no portar el tiquete del tren. ¡AYYYY de uno si lo agarran en algo y es algo muy normal con los turistas que desconocemos de algunos detalles! Los controladores del transporte público pueden ser una verdadera pesadilla. Pero no multan a los que huelen feo y esos sí que son una verdadera molestia en toda Europa.
Caminar por Stephenplatz es un verdadero placer, allá encontraremos la Catedral de San Esteban y a los muchachos vestidos de Mozart que nos invitan a comprar entradas para conciertos de música clásica en diferentes iglesias y puntos de la ciudad, donde muchas veces los niños entran gratis.
Acá en Europa, los niños y los adultos mayores son tratados con privilegio y no pagan entradas o pagan entradas reducidas en casi todo.
La Catedral de San Esteban es el símbolo religioso más importante de Viena. Levantada de las cenizas en dos oportunidades, la Catedral ha sido testigo de la historia de Austria. El interior de la catedral alberga los restos mortales de gran parte de los miembros de la familia Habsburgo (aquellos coronados) y fue el lugar de boda y posterior funeral de Mozart.
Mozart era Austriaco y su influencia se siente en el aire, en el viento… en las calles por donde caminamos y escuchamos sus famosas sinfonías, interpretadas por músicos callejeros.
Cerca de la Catedral, encontraremos las tiendas con las marcas más prestigiosas del mundo, así como sitios para comer y donde tomarse un café, por que Viena sin una cafetería no es Viena.
La cafetería más famosa, es El Café Central, donde bajo la vigilancia del Emperador Francisco José y Elizabeth (los que les mencioné arriba) se puede dar uno el lujo de escoger entre los postres más ricos de Europa e imaginar que estamos sentados en el mismo sillón que ocupó en algún momento el famoso Sigmund Freud, otro Austriaco que dejó huella en el mundo. ¡De nuevo la dieta al carajo! (cuando vuelva veo como hago para recuperarme)
En Viena encontramos tiendas para todos los presupuestos, así como zapaterías gigantes. Chiquillas, acá en Viena, así como en Praga y en Madrid encontramos ropa lindísima y a muchos mejores precios que los que tenemos en San José, por eso me tuve que comprar hasta otra maleta por que ya no me cabía nada.
En verano, todo es flores en la ciudad y sus alrededores lo que lo hace un lugar increíble para tomar fotos y reposar en sus magníficas áreas verdes, luego de las grandes caminadas que se da uno cuando anda de turista. Muchos restaurantes aprovechan de estos días de sol, para colocar sus mesas fuera y así disfrutar al máximo del maravilloso clima que les dura tan solo tres meses.
Campos de girasoles, frambuesas, fuentes, días largos y mucho por aprender y disfrutar son el día a día en un país donde la belleza es demasiada.
Pero no siempre fue así, ya que Austria tiene en su pasado, haber sido parte del III Reich en 1938 cuando Adolf Hitler (también Austriaco) en 1938 la anexó. Desde el balcón del Palacio de Hofburg se le vio dar alguno de sus conocidos discursos.
Tras la derrota de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas (URSS, EE.UU., Reino Unido y Francia) ocuparon Viena y esta fue dividida en cuatro zonas, así como el resto de su país. En 1955 volvió a ser plenamente independiente con la condición de que permaneciera neutral.
La neutralidad se ha convertido en un elemento profundamente arraigado de la identidad austríaca. Tanto así, que su fiesta nacional es el 26 de octubre, día en el que se conmemora la declaración de neutralidad.
Así es como Viena es más que Palacios y Jardines, más que postres y coronas, es un país donde gracias a su neutralidad muchas organizaciones internacionales,tienen sede, entre ellas La Agencia Internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas (ONU).
Mucha historia antigua y moderna, mucho para aprender y disfrutar en un sitio donde el pasado nos recuerda la importancia de la paz en el mundo.
Hay errores que no se pueden repetir…
