Soltera y ¡suelta, como las gallinas!

Tengo varias amigas que están  en esa edad en la que antes nos hacían creer que ya las había dejado el tren.

Algunas, (sin ánimo de ofender a nadie), puedo entender que estén solas, pero hay otras que no comprendo esa eterna soledad (dirían los Enanitos Verdes)

Hace unos días almorzando con una de ellas, le decía que  me costaba entender por que una mujer con sus características nunca había encontrado a ese hombre que la volviera loca y la hiciera querer volver al revés su vida.

Ojo que se lo pregunté desde mi asombro y no porque juzgo su estilo de vida. Simplemente me llama la atención ver como cada día, más mujeres como ella, eligen no estar en una relación. Aunque claro uno entiende lo de mejor sola, que mal acompañada.

Para mi sorpresa lo primero que me respondió fue: ¡que diferencia como acabás de preguntarme ¿por qué estoy sola?! ¡Es la primera vez que no me siento juzgada o vista con cara de “lástima” por no tener novio, marido o hijos!

En lugar de contestarme por qué no tiene pareja, empezó a hablarme de todas las cosas que sí tiene en su vida: su trabajo, sus hobbies, su familia, sus amigos, sus planes y sus sueños, entre otras cosas.

Entendí algo importante: ella vive enfocada en la abundancia de lo que tiene y no en la carencia de lo poco que le hace falta y eso es justo lo que ante mis ojos la hace maravillosa.

Lo que sí me dijo, es que de cierta edad para arriba como los intereses cambian y uno se conoce mucho mejor, el nivel de selectividad cambia y las solteras ya no están tan dispuestas a aceptar menos de lo que saben que se merecen. Es decir, los estándares suben y ya no es tan fácil como a los 20.

El tema “pareja”, para una mujer como ella, sería un complemento que valoraría y que le gustaría tener en la medida en que le aporte algo positivo y que la haga seguir creciendo, sin quitarle la paz y la tranquilidad que ella ha encontrado y que tanto valora. 

Ella es una mujer feliz antes que soltera y es una soltera que no se siente sola. Ama su libertad, y yo lo que en definitiva leo en sus ojos, es que es ¡SUELTA, COMO LAS GALLINAS!