Carta a un papá anciano

Carta a un papá anciano

Mi amiga Marce le escribió a su papá una carta y se la pedí, para compartirla con ustedes.

 

Papi, quería aprovechar hoy para decirte que cada vez que paso por lo que fue hace muchos años Abonos Agro, en Barrio México, te veo ahí parado hablando con el guarda, mientras me esperabas por horas a que yo patinara, en aquella explanada enorme que tenían enfrente esas bodegas.

También te veo cuando paso por el kínder de la Escuela Juan Rafael Mora, llevándome de la mano y cortando una que otra margarita amarilla para regalármela. Habían mañanas en las que te tocaba bañarme y hasta peinarme ¡siempre estuviste para lo que fuera!

Muchas noches viniste a acompañarme para calmar mis miedos. Me leías cuentos y me contabas historias para tranquilizarme. Te esperabas ahí hasta que yo me durmiera y me hacías sentir a salvo y segura.

Tal vez por eso, escribir y compartir historias, significa lo que significa para mí y me sigue calmando el alma y me sigue sanando.

Ahora que aún te tengo conmigo, que aún puedo sostener tu mano, cantar juntos las canciones que te gustan y sostener conversaciones hermosas sobre Otilio Ulate o Pepe Figueres, no quiero perder un segundo sin decirte lo mucho que te amo y lo agradecida que estoy por ser ese papá que has sido.

Un papá que siempre la tuvo clara y que siempre supo que su función y su razón de ser en la vida de sus hijos, no era solo comprarles comida y mandarlos a la escuela.

Un papá presente, involucrado en cada etapa de nuestras vidas.

Ese sos vos papá, ahora que ya tengo conciencia de que el tiempo corre y que el reloj no ha parado desde aquellas tardes de andar en pony por Plaza Víquez y de ir donde abuela Esther todos los domingos, es cuando más quisiera que el tiempo me rindiera como antes. 

Gracias papá, porque no imagino mi vida sin vos, porque hoy cuando te veo a tus 86 años, solo veo amor y por eso te leo esta carta aunque yo llore al leerla y vos al escucharme.

Cuando ya no estés, te voy a seguir amando igual, y sé que todo lo que me has dado, será imborrable en el tiempo y también vendrás a acompañarme cuando tenga miedo, aunque sea en sueños.

Los papás no son eternos y estas letras son un llamado urgente para los que aun los tenemos, paremos un rato y pongamos atención. Para que apaguemos esos aparatos que muchos de ellos como papi, ni entienden bien.

Tenemos que olvidarnos del tiempo y dedicarnos a vivirlos, a disfrutarlos, a escucharlos, a entenderlos y a perdonarlos si es necesario. Ni mi papá, ni ningún papá es perfecto. Ni él, ni ninguno ha nacido sabiendo cómo ser padre. Todos han hecho lo mejor que han podido con las herramientas que han tenido y con la vida misma que les ha tocado vivir a ellos.

Antes de papás y super héroes, ellos son hombres, de carne y verdad, de hueso y errores. Hay que amarlos y hay que cuidarlos, porque además la gran lección al final del camino, es que somos tan grandes como nuestra compasión y nuestra gratitud hacia los que nos han amado.

Feliz Día a todos los papás que se arrollan las mangas y que le dan a sus hijos la mejor y más grande bendición: una vida llena de buenos recuerdos y de amor fuerte donde apoyarse para seguir adelante cuando ellos ya no estén.


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