Las mujeres grandes también se tatúan

Las mujeres grandes también se tatúan

Me encantan esas mujeres que deciden hacer lo que se les venga en gana y no lo que todo el mundo les dice que deben hacer. A muchas por ya estar más ¨entraditas en años¨, les dicen cómo deben vestirse y comportarse, en el que obvio un tatuaje jamás.

Por eso me encantó conocer a  Maru, Teresita, Patricia y Mayra con sus tatuajes que cuentan historias.

María Eugenia Herrera

59 años

Administradora de Negocios

María Eugenia se tatuó por primera vez a los 57 años luego de un proceso personal en el que entendió que no se había permitido ser feliz por mucho tiempo.

El tatuaje fue su manera de celebrar y de recordar cada día el momento que marcó el cambio y a partir del cual ella entra en contacto consigo misma de una manera más consciente y más amorosa.

La mariposa azul que luce feliz en su hombro izquierdo, representa esa metamorfosis, esa  oportunidad que todos tenemos de transformar nuestra vida si nos comprometemos con nuestro proceso de crecimiento personal.

“Cada vez que salgo a pasear a algún lugar de Costa Rica una mariposa azul se me cruza en el camino. Volando lenta y segura como una señal del Universo de que todo va a estar bien”.

¡Dios, me pasa igual que a Maru y siempre pienso exactamente lo mismo, que las Morpho son señales positivas!

Teresita Gamboa

47 años

Artesana, talladora en madera

A Teresita la tatuó su hijo que desde niño le anunció que quería dedicarse a esta profesión.

Al principio a ella no le gustaba la idea porque no quería verlo a él todo lleno de tatuajes, sin embargo el tiempo pasó y los 9 tatuajes que hoy ella luce muy orgullosa, todos, fueron hechos por su hijo Ronald Cedeño.

El tatuaje más significativo de Teresita es que le recuerda a su abuelita “Turas” que fue quien la crió y a quien amó como si fuera su mamá. Dice que el tatuaje está viendo hacia ella y no hacia afuera, primero porque es un mensaje para ella misma y segundo para que nunca se le olvide lo que representa en su vida:

“Aunque Turas voló al cielo permanece en mi corazón. Ella es mi amor eterno y aunque pase el tiempo jamás la voy a olvidar”. Las rosas que adornan la composición son sus flores favoritas y las que ella siempre le regalaba a su abuelita.

Patricia Barboza

56 años

Ama de casa

El tatuaje de Patricia le recuerda la fuerza y la valentía de todas las mujeres que luchan contra el cáncer de mama.

Su mamá fue diagnosticada hace 25 años y es una sobreviviente que ya hoy suma 80 primaveras.

La idea de tatuarse el lazito rosa, símbolo mundial de la lucha contra el cáncer, la tuvo su hija hace 10 años y ambas se hicieron un tatuaje.

Cuando le preguntamos a Patricia si le había dolido hacerse el tatuaje nos contestó: “Duele parir digamos”.

Mayra Espinoza

54 años

Agente de Seguros

Mayra es sobreviviente de cáncer de mamá. Su proceso terminó hace cuatro años y su tatuaje se lo hizo hace 6 meses para que nunca se le olvide todo lo que pasó y que sí se puede salir adelante.

Dice Mayra que cuando estaba en medio del proceso, a su ventana siempre llegaban unos colibrís, y que cuando ella los veía lo que pensaba era que ellos le traían un mensaje, algo así como “seguí volando”.

Ella dice que ella le sacó “el néctar al cáncer” porque después de haber terminado el proceso completo salió fortalecida, más valiente, más segura y justo eso fue lo que quiso plasmar con su tatuaje del colibrí volando con el lazito rosa sostenido en el pico.

Su segundo tatuaje es un corazón con la palabra FE porque como la misma Mayra nos dijo:

“Sin fe no hacemos nada. En toda etapa de la vida tenés que tener fe, en Dios y en vos misma”.

 

Hermosas historias de mujeres fuertes ¡Y TATUADAS!


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